jueves, 30 de agosto de 2012

LA POSESIÓN DEMONÍACA



Ha habido bastante interés en años recientes con respecto al tema de la posesión demoníaca. Este tema ha sido popularizado por un número de películas y programas de televisión. Es un campo que está cubierto en el misterio, la superstición, y absolutamente en la falsa enseñanza. La revelación de Dios para nosotros acerca de este tema puede no contestar toda pregunta que pudiera ser imaginada, pero es lo bastante suficiente para disipar nuestras dudas, temores, y la mucha falsa doctrina que está siendo enseñada en este respecto.

Ha habido varios intentos por explicar las narraciones de los espíritus inmundos encontrados en la palabra de Dios. Algunos, que tienen una tendencia hacia la incredulidad, han sugerido que nunca hubo tales cosas como un espíritu malo. Infieren que la idea de estos espíritus era solamente una superstición popular que era ampliamente aceptada en los tiempos bíblicos. Estos desconfiados afirman que Jesús y Sus discípulos hablaron de los espíritus malos solamente como un medio de acomodar esta creencia general de los Judíos, pero que realmente nunca afirmaron si tales creencias eran verdaderas o no. 

Generalmente estos argumentos tienden hacia la descripción de los individuos poseídos mencionados en las Escrituras como habiendo estado plagados con enfermedades corporales o la simple locura común y corriente.
Hay suficiente evidencia en el texto inspirado para negar adecuadamente estas falsas nociones. Es verdad que aquellos que tuvieron estos espíritus a menudo mostraron los mismos síntomas externos de aquellos sufriendo enfermedades del cuerpo [mudez - Mat. 9:32; ceguera - Mat. 12:22; ¿epilepsia? - Mr. 9:17-27]. Otros parecían estar afectados con lo que parecía ser desordenes mentales (Mr. 5:1-5). No obstante, vemos a estos individuos poseídos distinguidos de los física o mentalmente enfermos en varias narraciones. Por ejemplo, en Marcos 1:32 leemos: "Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados". En Lucas 6:17-18 encontramos: "... una gran multitud de gente ... que había venido para oírle, y para ser sanados de sus enfermedades; y los que habían sido atormentados de espíritus inmundos eran sanados". Si estos no son prueba suficiente, una lectura casual de Marcos 5:1-16 deberá persuadir a aquellos que aún tienen una fe muy pequeña y débil en la inspiración de la Biblia. En este caso Jesús expulsó numerosos espíritus de un solo hombre. Estos espíritus inmundos entraron en un hato de cerdos y su resultante destrucción es testimonio conclusivo de que los espíritus inmundos eran reales, y no simplemente una leyenda de la gente usada para explicar los desordenes mentales o físicos.
En adición a estas cosas, debemos comprender que cualquier explicación modernista de estos espíritus arroja una seria sombra sobre la integridad de nuestro Señor, y vuelve las Escrituras inservibles, estando de esta manera sujeta a la crítica sobre cualquier enseñanza dada. Si estos espíritus inmundos eran en realidad solamente explicaciones supersticiosas de un grupo de simplones ignorantes, entonces las hazañas de Jesús lo marcan como un charlatán engañador que usó la ignorancia de las personas para promocionar Su causa. ¿Quién se atreverá a acusar a nuestro Señor y Maestro, cuando sabemos que El "no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca"? (1 Ped. 2:22).

La visión exacta de los espíritus inmundos, así vista en la Biblia, los muestra como seres reales que hablaron en sus propias personas (Mr. 1:24; 5:7). También hay indicación de que estos espíritus poseían un conocimiento que sobrepasaba a ese de las personas en que moraban, y que tenían un discernimiento y comprensión que sobrepasaba a los hombres en general. Por ejemplo, en Marcos 1:24, mucho antes de que los demás reconocieran realmente a Jesús, un espíritu inmundo dijo: "¡Ah! ¿qué tienes con nosotros Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios". Más allá de esto, de estos demonios se veía que eran capaces de un proceso de pensamiento lógico, como está registrado en Hechos 19:14-17, cuando un espíritu fue enfrentado por siete hermanos que pretenciosamente usaron los nombres de Jesús y Pablo. La respuesta a ellos fue "A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?" Otras narraciones los muestran estando destinados al juicio y castigo, y ellos estaban enterados de estas cosas (Mat. 8:29). Cualquier otra cosa que pudiera ser dicha de estos seres, podemos concluir que eran muy reales, tenían poder sobre los que poseían, y derivaban ese poder de Satanás mismo (Luc. 10:17-20; 11:14-19).

Quizás la pregunta más importante para considerar acerca de estos espíritus inmundos es la pregunta de su existencia en nuestro tiempo. Muchas personas están atribuyendo varias acciones a los demonios hoy día, y por supuesto, las películas modernas han representado la posesión demoníaca en las formas más vívidas.

LOS DEMONIOS EN LOS EVANGELIOS

Hay más de un "espacio de columna" dado a la actividad de los demonios en los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas que en cualquier otra parte en la Biblia. ¿Por qué? ¿Por qué tal dedicación inusual a un tema tan despreciable? ¿Y por qué este surgimiento inesperado de la actividad demoníaca? Sobre este punto en la Biblia, los demonios se limitaron bastante a sí mismos a aquellos que los buscaban; eso es, a aquellos que adoraban demonios o consultaban los espíritus. En el Antiguo Testamento, los hombres buscaron a los demonios. En los evangelios, ¡los demonios buscan a los hombres!
Cuando abrimos las páginas del Nuevo Testamento, es como si hubiéramos abierto la caja de Pandora. Es como si todo el infierno estuviera atacando al pueblo de los días de Cristo. Quizás Satanás -- sintiendo la cercanía del acto predicho en el que se "aplastaría su cabeza" (Gén. 3:15) -- suelta millares de sus malignos privados para contrarrestar la obra de Cristo. Por tanto, no debemos sorprendernos al ver a los demonios atacando al pueblo a izquierda y derecha, con esfuerzo violento, con furia maniática. Es como si Satanás llamara a todos los demonios en el Abismo a una conferencia rápida. "Hey, compañeros. ¿Creen ustedes que este es un mal lugar? Bueno, Dios ha enviado ahora a Su propio Hijo para redimir a la humanidad. Luego, al final del tiempo, vamos a ser arrojados a un lugar que convertirá a este lugar parecido a una Escuela de Domingo. ¿Quieren eso? "¡No!" Entonces salgan de ahí y hagan lo mejor de sus maldades para detener esto. El lado dramático, el asalto que los demonios hicieron sobre los hombres, mujeres, niños y aún animales en los días de Jesús es terrible para contemplar.

¿Por Qué Se Le Permitió a los Demonios Entrar En Los Hombres?

Wayne Jackson ha hecho un buen trabajo para contestar esta pregunta aturdidora. "Puesto que los demonios estuvieron obviamente bajo el control de Dios finalmente (Luc. 10:17 y Sigs.), ¿por qué se les permitió entrar y afligir a las personas del pasado? Aparentemente, la posesión demoníaca fue permitida divinamente por Dios para que la autoridad suprema de Cristo pudiera hacerse manifiesta. A medida que el Señor reveló Su control sobre la naturaleza (Mr. 4:30), la enfermedad (Mr. 1:12), las cosas materiales (Jn. 2:9), y aún la muerte (Jn. 11:44), así también debe el Hijo de Dios demostrar su poder sobre el mundo espiritual. Su poder sobre los espíritus inmundos proclamó el acercamiento de Su reino -- `Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros' (Luc. 11:20)" (Christian Courier, Vol. 20, Nº 2, Junio 1984). Aún a los seguidores de Jesús les sería permitido expulsar demonios (Luc. 10:17).
Victor Hoven añade: "En el tiempo de Jesús estuvieron más activos que en cualquier otro tiempo, y esto parece haber sido permitido divinamente sobre la narración del conflicto entre Cristo y Satanás. La expulsión de ellos por parte de Jesús mostró públicamente Su poder sobre aquel cuyas obras El vino a destruir (1 Jn. 3:8). Para ese fin nuestro Señor consideró la expulsión de los demonios como un triunfo sobre Satanás (Mat. 12:28-29; Luc. 10:17-18)" (Bosquejos de la Doctrina Bíblica, Págs. 41-42).

UNA RESPUESTA CRISTIANA A LA DEMONOLOGIA
¿Qué diremos acerca del "exorcismo"? ¿Qué es el exorcismo? ¿Practicaron el exorcismo Cristo y los apóstoles? ¿Qué de aquellos que afirman exorcizar a los hombres de los demonios hoy día? ¿Puede un cristiano expulsar demonios?

El Exorcismo Definido y Distinguido
Primero, entendamos lo que era y es el exorcismo. La Nueva Enciclopedia Sopena dice que exorcismo es "conjuro religioso contra el espíritu maligno". El diccionario Webster dice que exorcismo es "un hechizo o fórmula usada en la exorcización". Etimológicamente, la palabra significa expulsar espíritus malos por medio de encantamientos, conjuros, hechizos u otros medios de ritos mágicos. En este sentido, Jesús no fue un exorcista. Nuestro Señor no recurrió a tales medios para arrojar demonios. El testificó que lo hacía "por el Espíritu de Dios" (Mat. 12:28).
1. Jesús nunca obró un exorcismo. Cuando se estudia el exorcismo, es esencial recordar que el exorcismo es un ritual designado para dispersar los malos espíritus. Jesús nunca obró un ritual en la expulsión de los demonios. Mateo declara que Jesús "... con la palabra echó fuera a los demonios ..." (Mat. 8:16). La autoridad que era suya invalidó en gran manera a esa de aquellos malos encontrados en algún momento: "Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros" (Luc. 11:20).
Por tanto, el exorcismo es la ejecución de ceremonias, rituales y encantamientos especiales para atar o conjurar un espíritu malo y de esta manera forzarlo a obedecer el mandamiento de un exorcista de que se aparte de la persona atormentada. El oficio o profesión del exorcismo es tan antiguo como la creencia en la posesión demoníaca. En todas las culturas primitivas, prevalecieron los exorcistas, cada una utilizando una variedad de medios para su propósito. El exorcismo también existió en la antigua Grecia, Roma, y ciertamente en Europa en la Edad Media. Uno lee de los Judíos exorcistas ambulantes en Hch. 19:13 que practicaban el oficio del exorcismo para su propio beneficio. Estos exorcistas ambulantes no deberían ser considerados sobre el mismo nivel con Jesús y los apóstoles.
Ni los discípulos de Jesús expulsaron demonios por medio del exorcismo. Fueron comisionados a expulsar demonios en el nombre de Jesucristo (Mr. 16:17). Los demonios se sometieron a los seguidores de Cristo por el poder y autoridad que El les dio. Cuando no creyentes intentaron usar el nombre Cristo en la expulsión de demonios, se encontraron con un funesto fracaso (Hch. 19:13-16). Ciertamente, la palabra "exorcistas" aparece solamente una vez en las Escrituras, Hch. 19:13. W.E. Vine define exorkistes como "uno que emplea una fórmula de conjuración para la expulsión de demonios" (Diccionario Expositivo de Palabras del N.T., Vol. 2, Pág. 103). Nuevamente, la expulsión Bíblica de demonios no incluyó tales ritos paganos.

Hoy día se escucha bastante acerca de exorcismo. La práctica ha sido explotada en novelas y películas como "El Exorcista" y "El Agüero". La iglesia Católica Romana afirma que sus sacerdotes pueden exorcizar a las personas de los demonios. También muchos maestros carismáticos. Nos urgen a "afirmar la autoridad del creyente" y expulsar demonios, exactamente como lo hicieron Jesús y los apóstoles. Si nuestra fe es bastante grande, acorde a ellos, podemos sanar al enfermo, expulsar demonios y aún resucitar muertos. Obviamente, no aprobamos tales enseñanzas.

La forma moderna de exorcismo se deriva principalmente de la ceremonia de exorcismo de la Iglesia Católica de la Edad Media expuesta en el Rituale Romanum, fechada cerca de 1620. Esta ceremonia particular es la orden de exorcismo oficial utilizada en la Iglesia Católica Romana desde el siglo diecisiete hasta el presente. La ceremonia de exorcismo es una combinación de oraciones y lectura de pasajes designados para subyugar al espíritu malo y forzarlo a apartarse de la víctima. El sacerdote, vestido en túnica púrpura, empieza la ceremonia por medio de decir la oración seguida con la lectura del Salmo cuatro y la invocación de la gracia de Dios contra el demonio. Luego es leída una porción de Juan 1 y Marcos 16. Siguiendo, el sacerdote ora por sí mismo y por su fortaleza en la ejecución de la ceremonia. Después de esa oración, el sacerdote recita: "Te exorcizo, muy vil espíritu, la mismísima encarnación de nuestro enemigo, el espectro entero, toda la legión, en el nombre de Jesucristo, sal y huye de esta criatura de Dios. El mismo te manda, El quién manda al mar, los vientos y a la tempestad. Escucha por tanto y teme, Oh Satanás, enemigo de la fe, adversario de la raza humana, productor de la muerte, ladrón de la vida, destructor de la justicia, raíz de los males ..." (R.H. Robbins, La Enciclopedia de la Hechicería y la Demonología, Pág. 186). Siguiendo a este exorcismo el sacerdote ofrece una segunda oración, apelando a Dios por el éxito en el esfuerzo, después de lo cual el sacerdote se ocupa en un segundo exorcismo: "Te conjuro, a ti Oh serpiente, por el juez de la vida y la muerte, por tu hacedor y hacedor del mundo ... No resistas, ni demores en huir de este hombre, en vista de que ha agradado a Cristo morar en este cuerpo, ... Dios el Padre te lo manda. Dios el Hijo te lo manda. Dios el Espíritu Santo te lo manda. La sangre de los mártires te lo manda". Esta porción central del ritual exorcista se repite varias veces para énfasis, invocando un vasto panteón de nombres sagrados. Con la conclusión de esta porción sermónica, son leídas oraciones, el credo, y salmos. Este ritual es repetido normalmente varias veces hasta que el resultado deseado es obtenido.

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