Ha habido bastante interés en
años recientes con respecto al tema de la posesión demoníaca. Este tema ha sido
popularizado por un número de películas y programas de televisión. Es un campo
que está cubierto en el misterio, la superstición, y absolutamente en la falsa
enseñanza. La revelación de Dios para nosotros acerca de este tema puede no
contestar toda pregunta que pudiera ser imaginada, pero es lo bastante
suficiente para disipar nuestras dudas, temores, y la mucha falsa doctrina que
está siendo enseñada en este respecto.
Ha habido varios intentos por
explicar las narraciones de los espíritus inmundos encontrados en la palabra de
Dios. Algunos, que tienen una tendencia hacia la incredulidad, han sugerido que
nunca hubo tales cosas como un espíritu malo. Infieren que la idea de estos
espíritus era solamente una superstición popular que era ampliamente aceptada
en los tiempos bíblicos. Estos desconfiados afirman que Jesús y Sus discípulos
hablaron de los espíritus malos solamente como un medio de acomodar esta
creencia general de los Judíos, pero que realmente nunca afirmaron si tales
creencias eran verdaderas o no.
Generalmente estos argumentos tienden hacia la
descripción de los individuos poseídos mencionados en las Escrituras como
habiendo estado plagados con enfermedades corporales o la simple locura común y
corriente.
Hay suficiente evidencia en el
texto inspirado para negar adecuadamente estas falsas nociones. Es verdad que
aquellos que tuvieron estos espíritus a menudo mostraron los mismos síntomas
externos de aquellos sufriendo enfermedades del cuerpo [mudez - Mat. 9:32;
ceguera - Mat. 12:22; ¿epilepsia? - Mr. 9:17-27]. Otros parecían estar
afectados con lo que parecía ser desordenes mentales (Mr. 5:1-5). No obstante,
vemos a estos individuos poseídos distinguidos de los física o mentalmente
enfermos en varias narraciones. Por ejemplo, en Marcos 1:32 leemos:
"Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los
que tenían enfermedades, y a los endemoniados". En Lucas 6:17-18
encontramos: "... una gran multitud de gente ... que había venido para
oírle, y para ser sanados de sus enfermedades; y los que habían sido
atormentados de espíritus inmundos eran sanados". Si estos no son prueba
suficiente, una lectura casual de Marcos 5:1-16 deberá persuadir a aquellos que
aún tienen una fe muy pequeña y débil en la inspiración de la Biblia. En este
caso Jesús expulsó numerosos espíritus de un solo hombre. Estos espíritus
inmundos entraron en un hato de cerdos y su resultante destrucción es
testimonio conclusivo de que los espíritus inmundos eran reales, y no simplemente
una leyenda de la gente usada para explicar los desordenes mentales o físicos.
En adición a estas cosas, debemos
comprender que cualquier explicación modernista de estos espíritus arroja una
seria sombra sobre la integridad de nuestro Señor, y vuelve las Escrituras
inservibles, estando de esta manera sujeta a la crítica sobre cualquier
enseñanza dada. Si estos espíritus inmundos eran en realidad solamente
explicaciones supersticiosas de un grupo de simplones ignorantes, entonces las
hazañas de Jesús lo marcan como un charlatán engañador que usó la ignorancia de
las personas para promocionar Su causa. ¿Quién se atreverá a acusar a nuestro
Señor y Maestro, cuando sabemos que El "no hizo pecado, ni se halló engaño
en su boca"? (1 Ped. 2:22).
La visión exacta de los espíritus
inmundos, así vista en la Biblia, los muestra como seres reales que hablaron en
sus propias personas (Mr. 1:24; 5:7). También hay indicación de que estos
espíritus poseían un conocimiento que sobrepasaba a ese de las personas en que moraban,
y que tenían un discernimiento y comprensión que sobrepasaba a los hombres en
general. Por ejemplo, en Marcos 1:24, mucho antes de que los demás reconocieran
realmente a Jesús, un espíritu inmundo dijo: "¡Ah! ¿qué tienes con
nosotros Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo
de Dios". Más allá de esto, de estos demonios se veía que eran capaces de
un proceso de pensamiento lógico, como está registrado en Hechos 19:14-17,
cuando un espíritu fue enfrentado por siete hermanos que pretenciosamente
usaron los nombres de Jesús y Pablo. La respuesta a ellos fue "A Jesús
conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?" Otras
narraciones los muestran estando destinados al juicio y castigo, y ellos
estaban enterados de estas cosas (Mat. 8:29). Cualquier otra cosa que pudiera
ser dicha de estos seres, podemos concluir que eran muy reales, tenían poder
sobre los que poseían, y derivaban ese poder de Satanás mismo (Luc. 10:17-20;
11:14-19).
Quizás la pregunta más importante
para considerar acerca de estos espíritus inmundos es la pregunta de su
existencia en nuestro tiempo. Muchas personas están atribuyendo varias acciones
a los demonios hoy día, y por supuesto, las películas modernas han representado
la posesión demoníaca en las formas más vívidas.
LOS DEMONIOS EN LOS EVANGELIOS
Hay más de un "espacio de
columna" dado a la actividad de los demonios en los evangelios de Mateo,
Marcos y Lucas que en cualquier otra parte en la Biblia. ¿Por qué? ¿Por qué tal
dedicación inusual a un tema tan despreciable? ¿Y por qué este surgimiento
inesperado de la actividad demoníaca? Sobre este punto en la Biblia, los
demonios se limitaron bastante a sí mismos a aquellos que los buscaban; eso es,
a aquellos que adoraban demonios o consultaban los espíritus. En el Antiguo
Testamento, los hombres buscaron a los demonios. En los evangelios, ¡los
demonios buscan a los hombres!
Cuando abrimos las páginas del
Nuevo Testamento, es como si hubiéramos abierto la caja de Pandora. Es como si
todo el infierno estuviera atacando al pueblo de los días de Cristo. Quizás
Satanás -- sintiendo la cercanía del acto predicho en el que se
"aplastaría su cabeza" (Gén. 3:15) -- suelta millares de sus malignos
privados para contrarrestar la obra de Cristo. Por tanto, no debemos
sorprendernos al ver a los demonios atacando al pueblo a izquierda y derecha,
con esfuerzo violento, con furia maniática. Es como si Satanás llamara a todos
los demonios en el Abismo a una conferencia rápida. "Hey, compañeros.
¿Creen ustedes que este es un mal lugar? Bueno, Dios ha enviado ahora a Su
propio Hijo para redimir a la humanidad. Luego, al final del tiempo, vamos a
ser arrojados a un lugar que convertirá a este lugar parecido a una Escuela de
Domingo. ¿Quieren eso? "¡No!" Entonces salgan de ahí y hagan lo mejor
de sus maldades para detener esto. El lado dramático, el asalto que los
demonios hicieron sobre los hombres, mujeres, niños y aún animales en los días
de Jesús es terrible para contemplar.
¿Por Qué Se Le Permitió a los
Demonios Entrar En Los Hombres?
Wayne Jackson ha hecho un buen
trabajo para contestar esta pregunta aturdidora. "Puesto que los demonios
estuvieron obviamente bajo el control de Dios finalmente (Luc. 10:17 y Sigs.),
¿por qué se les permitió entrar y afligir a las personas del pasado?
Aparentemente, la posesión demoníaca fue permitida divinamente por Dios para
que la autoridad suprema de Cristo pudiera hacerse manifiesta. A medida que el
Señor reveló Su control sobre la naturaleza (Mr. 4:30), la enfermedad (Mr.
1:12), las cosas materiales (Jn. 2:9), y aún la muerte (Jn. 11:44), así también
debe el Hijo de Dios demostrar su poder sobre el mundo espiritual. Su poder
sobre los espíritus inmundos proclamó el acercamiento de Su reino -- `Mas si
por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, ciertamente el reino de Dios ha
llegado a vosotros' (Luc. 11:20)" (Christian Courier, Vol. 20, Nº 2, Junio
1984). Aún a los seguidores de Jesús les sería permitido expulsar demonios
(Luc. 10:17).
Victor Hoven añade: "En el
tiempo de Jesús estuvieron más activos que en cualquier otro tiempo, y esto
parece haber sido permitido divinamente sobre la narración del conflicto entre
Cristo y Satanás. La expulsión de ellos por parte de Jesús mostró públicamente
Su poder sobre aquel cuyas obras El vino a destruir (1 Jn. 3:8). Para ese fin
nuestro Señor consideró la expulsión de los demonios como un triunfo sobre
Satanás (Mat. 12:28-29; Luc. 10:17-18)" (Bosquejos de la Doctrina Bíblica,
Págs. 41-42).
UNA RESPUESTA CRISTIANA A LA
DEMONOLOGIA
¿Qué diremos acerca del
"exorcismo"? ¿Qué es el exorcismo? ¿Practicaron el exorcismo Cristo y
los apóstoles? ¿Qué de aquellos que afirman exorcizar a los hombres de los
demonios hoy día? ¿Puede un cristiano expulsar demonios?
El Exorcismo Definido y
Distinguido
Primero, entendamos lo que era y
es el exorcismo. La Nueva Enciclopedia Sopena dice que exorcismo es
"conjuro religioso contra el espíritu maligno". El diccionario
Webster dice que exorcismo es "un hechizo o fórmula usada en la
exorcización". Etimológicamente, la palabra significa expulsar espíritus
malos por medio de encantamientos, conjuros, hechizos u otros medios de ritos
mágicos. En este sentido, Jesús no fue un exorcista. Nuestro Señor no recurrió
a tales medios para arrojar demonios. El testificó que lo hacía "por el
Espíritu de Dios" (Mat. 12:28).
1. Jesús nunca obró un exorcismo.
Cuando se estudia el exorcismo, es esencial recordar que el exorcismo es un
ritual designado para dispersar los malos espíritus. Jesús nunca obró un ritual
en la expulsión de los demonios. Mateo declara que Jesús "... con la
palabra echó fuera a los demonios ..." (Mat. 8:16). La autoridad que era
suya invalidó en gran manera a esa de aquellos malos encontrados en algún
momento: "Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios,
ciertamente el reino de Dios ha llegado a vosotros" (Luc. 11:20).
Por tanto, el exorcismo es la
ejecución de ceremonias, rituales y encantamientos especiales para atar o
conjurar un espíritu malo y de esta manera forzarlo a obedecer el mandamiento
de un exorcista de que se aparte de la persona atormentada. El oficio o
profesión del exorcismo es tan antiguo como la creencia en la posesión
demoníaca. En todas las culturas primitivas, prevalecieron los exorcistas, cada
una utilizando una variedad de medios para su propósito. El exorcismo también
existió en la antigua Grecia, Roma, y ciertamente en Europa en la Edad Media.
Uno lee de los Judíos exorcistas ambulantes en Hch. 19:13 que practicaban el
oficio del exorcismo para su propio beneficio. Estos exorcistas ambulantes no
deberían ser considerados sobre el mismo nivel con Jesús y los apóstoles.
Ni los discípulos de Jesús
expulsaron demonios por medio del exorcismo. Fueron comisionados a expulsar
demonios en el nombre de Jesucristo (Mr. 16:17). Los demonios se sometieron a
los seguidores de Cristo por el poder y autoridad que El les dio. Cuando no
creyentes intentaron usar el nombre Cristo en la expulsión de demonios, se
encontraron con un funesto fracaso (Hch. 19:13-16). Ciertamente, la palabra
"exorcistas" aparece solamente una vez en las Escrituras, Hch. 19:13.
W.E. Vine define exorkistes como "uno que emplea una fórmula de
conjuración para la expulsión de demonios" (Diccionario Expositivo de
Palabras del N.T., Vol. 2, Pág. 103). Nuevamente, la expulsión Bíblica de
demonios no incluyó tales ritos paganos.
Hoy día se escucha bastante
acerca de exorcismo. La práctica ha sido explotada en novelas y películas como
"El Exorcista" y "El Agüero". La iglesia Católica Romana
afirma que sus sacerdotes pueden exorcizar a las personas de los demonios.
También muchos maestros carismáticos. Nos urgen a "afirmar la autoridad
del creyente" y expulsar demonios, exactamente como lo hicieron Jesús y
los apóstoles. Si nuestra fe es bastante grande, acorde a ellos, podemos sanar
al enfermo, expulsar demonios y aún resucitar muertos. Obviamente, no aprobamos
tales enseñanzas.
La forma moderna de exorcismo se
deriva principalmente de la ceremonia de exorcismo de la Iglesia Católica de la
Edad Media expuesta en el Rituale Romanum, fechada cerca de 1620. Esta
ceremonia particular es la orden de exorcismo oficial utilizada en la Iglesia
Católica Romana desde el siglo diecisiete hasta el presente. La ceremonia de
exorcismo es una combinación de oraciones y lectura de pasajes designados para
subyugar al espíritu malo y forzarlo a apartarse de la víctima. El sacerdote,
vestido en túnica púrpura, empieza la ceremonia por medio de decir la oración
seguida con la lectura del Salmo cuatro y la invocación de la gracia de Dios
contra el demonio. Luego es leída una porción de Juan 1 y Marcos 16. Siguiendo,
el sacerdote ora por sí mismo y por su fortaleza en la ejecución de la
ceremonia. Después de esa oración, el sacerdote recita: "Te exorcizo, muy
vil espíritu, la mismísima encarnación de nuestro enemigo, el espectro entero,
toda la legión, en el nombre de Jesucristo, sal y huye de esta criatura de
Dios. El mismo te manda, El quién manda al mar, los vientos y a la tempestad.
Escucha por tanto y teme, Oh Satanás, enemigo de la fe, adversario de la raza
humana, productor de la muerte, ladrón de la vida, destructor de la justicia,
raíz de los males ..." (R.H. Robbins, La Enciclopedia de la Hechicería y
la Demonología, Pág. 186). Siguiendo a este exorcismo el sacerdote ofrece una
segunda oración, apelando a Dios por el éxito en el esfuerzo, después de lo
cual el sacerdote se ocupa en un segundo exorcismo: "Te conjuro, a ti Oh
serpiente, por el juez de la vida y la muerte, por tu hacedor y hacedor del
mundo ... No resistas, ni demores en huir de este hombre, en vista de que ha
agradado a Cristo morar en este cuerpo, ... Dios el Padre te lo manda. Dios el
Hijo te lo manda. Dios el Espíritu Santo te lo manda. La sangre de los mártires
te lo manda". Esta porción central del ritual exorcista se repite varias veces
para énfasis, invocando un vasto panteón de nombres sagrados. Con la conclusión
de esta porción sermónica, son leídas oraciones, el credo, y salmos. Este
ritual es repetido normalmente varias veces hasta que el resultado deseado es
obtenido.